Las diferencias culturales entre China y
Occidente son fuertes y cada vez las percibimos con mayor claridad. Algunas son
admirables y dignas de imitar, otras son simples reflejo del atraso cívico de
un país que recién está saliendo de la pobreza -con un vigor sorprendente- pero que en sus usos sociales tiene mucho de
salvaje. En esto no se diferencia mucho de nuestro Chilito, el bienestar
económico a veces va mucho más adelante que las mentalidades y costumbres de la
gente que se beneficia de ello.
Otras cuestiones son pura y simple
diferencia cultural de matriz. Por ejemplo, el tema de la “tercera edad”. En
China los abuelos son verdaderos patriarcas y matriarcas. La gente reverencia a
los mayores y les dan un lugar muy central en la sociedad y, sobre todo, en el
núcleo familiar.
Un hogar típico chino está compuesto por el
padre, la madre y los hijos como es habitual pero también por los padres de él
–el sesgo machista se nota-. Y esa cohabitación no es como a veces pasa en
nuestros países con la intención de “hacerse cargo de los viejos”, sino que comúnmente
la abuela tiene una influencia mayor que la propia
pareja. Al respecto cuento una anécdota:
Mi excelente amigo Richard Wong me invitó hace unos años a viajar a Beijing. Allí un día fuimos a una tienda donde vendían
jade a muy buen precio, yo elegí un collar para mi señora y él llevó muchas más
objetos que yo. Al llegar a la caja extrañado me preguntó por qué había
comprado sólo uno…
-
I
just have one wife - Le respondí.
Me miró casi con asco y me recriminó el
porqué no le había comprado algo a mi madre. Y luego me dio un tremendo speech
respecto de que las personas que no pensaban en sus padres eran malas personas.
Para Richard jamás será concebido que su mujer reciba más que su madre.
En síntesis, éste es el paraíso soñado de las suegras, ya
que no son solo la caricatura de una doña Tremebunda o la vieja metete, la abuela dulce o lo que sea de la sociedad chilena, acá
su poder es real y decidor. Si por ejemplo a la suegra -nuevamente con hincapié
en el hijo hombre- no gusta de la novia de su hijo, la chica tiene los días
contados, simplemente eso no debe ni puede ocurrir. Los hijos suelen, ya de
adultos inclusive, obedecer, seguir y
reverenciar mucho a su madre.
En este país donde cada día todo muta y la
cultura occidental se les mete por los poros a las nuevas generaciones, esta
cuestión provoca serios roces con el sólido
y muy vigente mundo de los mayores. Por ello crece enormemente el índice de
divorcios y en la TV todas las novelas tratan de los conflictos de la suegra
con la nuera.
Más importante que lo anterior es que también es rol de los abuelos criar a los niños pequeños, mucho más que sus padres, cuestión que se multiplica en la nueva economía capitalista que requiere que ambos en la pareja trabajen inclusive los fines de semana. De esta manera, muchos niños en meses ni siquiera cenan o almuerzan con sus padres. Por las calles y plazas se ven a los mayores por todas partes paseando, transportando y jugando con sus nietos. Según muchos –yo me guardo mi opinión- esto está gestando una generación de niños muy mal criados.
En otro plano, algo muy admirable es ver a
las personas mayores practicando gimnasia, al anochecer y al amanecer en casi
todas las plazas. Hacen tai-chi, bailes folclóricos, gimnasia y hasta me ha
tocado ver a algunos bailando tango. Todo muy organizado con un parlante con su
música a buen volumen, monitores, y
todos muy ordenados y puntuales. Se toman ese espacio público con mucha
propiedad y se ven muy hermosos con sus buzos tradicionales haciendo
coreografías y ejercicios.
Es difícil predecir cuánto durará el poder
de la tercera edad en la China hiper futurista que se está construyendo pero
hasta ahora sigue bien vigente y se ha adaptado con nuevas formas a la modernidad.