lunes, 18 de mayo de 2015

Haciendo (sufriendo) negocios con Vicky. Parte II


Como estábamos extremadamente atrasados y el cliente justificadamente nervioso busqué la forma más rápida de despachar los productos. Averigüé con mi forwarder y me indicó que era mucho más expedito que la carga saliera de Shenzhen y no de Guangzhou así que tome el booking (la reserva del embarque) de esa forma. Le conté a Vicky del cambio que en verdad era una formalidad porque ambos puertos están muy cerca y se usan indistintamente, pero sorpresivamente me respondió que el acuerdo era enviarlo por Guangzhou y que si lo quería hacer por Shenzhen su empresa no pagaría el transporte. Esto incrementaría 300 usd mis costos. Pero no hubo caso sacarla de ahí, como mi cambio no estaba acordado se aprovecharon de eso para ahorrarse ellos el transporte. Muy mala disposición a algo tan elemental. No me quedó más que ceder y perder el dinero.

Cuando ya de nuevo estábamos “en conformidad” recibí otro “pastelazo” de Vicky, “So sorry Johny pero no te puedo incluir el piso de los inflables”. Se refería a una lona que se pone debajo de los juegos para que su base no se dañe. Fue uno de los requerimientos más remarcados por nuestro cliente y por tanto lo indicamos claramente en el contrato y la factura. Le dije a Vicky que eso no podía ser porque justamente era un acuerdo inicial y que me parecía el colmo todos los problemas que me habían generado y que jamás un proveedor chino me había desconocido un contrato. “So sorry pero como te di un precio tan especial no me fije en el costo del piso y hablé con mi jefe y no te lo podemos incluir, para hacerlo debes cancelarnos 300 usd más”. El chantaje me llegó a provocar migraña y rabia extrema. Traté de calmarme y pensar fríamente. Al día siguiente la maldita empresa debía despachar el producto al puerto, si atrasaba carga podía perder hasta 10 días más. Estaba de rehén y me la jugué por negociar. “OK Vicky me parece pésimo pero como tu cometiste el error del precio yo pago 150 usd y tú los otros 150”. Aceptó siempre que le transfiriera de inmediato el dinero además en yuanes (estas transacciones se hacen en dólares) lo que era toda una complicación.

En veinticuatro horas llevaba perdidos 450 dólares en puras cuestiones sin sentido. Pero ya todo estaba listo y el embarque de la Pyme de Antofagasta por fin podría tener zarpe. La carga que debía llegar en noviembre arribaría a Chile después de navidad, muy mal pero al menos tocaría puerto en algún momento. Tema tortuoso finalizado, era lo que era, nada que hacer.

Al día siguiente me fui de viaje a ver proveedores de otro negocio y dado que todo parecía finiquitado me olvidé del asunto. Había llegado al hotel, me saqué los zapatos, prendí el televisor y comencé a ver una comedia liviana para relajar tanta tensión provocada en estos días. De súbito él género cinematográfico cambió de las risas al terror… de Vicky, que siguió demostrando que me las podía hinchar más que los juegos que fabricaba. Tipo 20:00 recibí un mensaje por wechat (el whatsapp de los chinos) de mi asistente Sven: “Johny te tengo una mala noticia los juegos del cliente no van a poder salir de China. Aduanas los retuvo por un tema de documentación”. De inmediato llamé al forwarder para averiguar que pasó:
 

-      “El proveedor presentó mal los documentos a la aduana de Shenzhen indicó una cantidad equivocada de artículos que no correspondía a la realidad y por ello fue rechazada. Debemos esperar entonces que la aduana entregue un informe del asunto y diga cómo solucionar el problema”.

 
-       “Pero esto retrasará sólo esta programación –pensé yo qué era sólo un pequeño percance- podemos dejarlo para el próximo cierto”. Pregunté.

 
-      “Lo siento Johny, no lo creo, estas cosas pueden retrasar la carga hasta dos meses. Esperemos el informe de aduanas y te respondo”. Me contó además que esto ocurrió porque justó la aduana de Shenzhen estaba siendo visitada por el “bendito” director nacional de aduanas de Beijing debido a unos casos de corrupción administrativa y por tanto para demostrar celo los funcionarios estaban revisando cualquier cosa hasta unos pinches e inocuos inflables de autitos y pececitos como los mios. O sea mala pata al re cubo.

 
Ya era el colmo del colmo galáctico del universo. Un desastre completo que jamás nos había ocurrido. En estado de desolación llame a la %&%/%/&/$·” (omito las palabras correspondientes) de Vicky para reclamarle lo gravísimo de la situación y que solucionara el problema ya. “So sorry Johny pero el error fue de tu embarcador que presentó mal los documentos y yo no puedo hacer nada”. O sea la actitud de culpar al otro para zafar. La excusa del gasfíter también vale en China.

En estado de tensión total desde ese momento me contacté a diario con el forwarder para empujar el asunto, le dije que podía ir yo mismo a aduana a reclamar si sólo eran tres jueguitos, que no entendía como podían tener retenidos sin sentido. “No sirve para nada, es para peor, si vas para allá lo tendrán bloqueado hasta más días”. Busque por contactos si alguien conocía una autoridad de peso de aduanas. Pero todos recomendaban esperar. Ofrecí pagar por debajo de la mesa -si corrupción por desesperación-  pero nada. Ya me quedaban dos semana para volver a Chile y veía como increíblemente después de casi tres meses el embarque más sencillo y al que más tiempo le dediqué ni siquiera saldría de China.

Cuando me faltaban dos noches para partir, y casi que no dormía,  me avisaron que aduana había liberado la carga. Me causó esa inmensa y mediocre alegría de salir de un problema, es como que un psicópata te ofreciera cortarte las dos piernas y te pones dichoso que sólo se decidió por una. Triunfo Pírrico por donde se mire.

La carga llegó tardísimo pero llegó. Al menos logré empujarla (con hartas rocas encima) a través del océano pacífico.

viernes, 15 de mayo de 2015

Haciendo (Sufriendo) Negocios con Vicky. Parte I


Llegando a Shenzhen tenía varias órdenes que procesar. La más modesta era la de un cliente Pyme de Antofagasta (ciudad del norte de Chile) que nos compró tres juegos inflables de esos grandes tipo feria de entretención. Pidió que hiciéramos todo lo posible para que le llegaran el 15 de noviembre ya que los ocuparía para hacer eventos en las fiestas de navidad y fin de año de empresas cuestión muy común en Chile. Era mediados de agosto por lo que estábamos más o menos justo a tiempo en producción y traslado aunque con el fantasma que entre medio coincidía la fiesta nacional de China que significaban como diez días de para.

 Aunque el negocio era el más pequeño lo primero que hice tocando suelo oriental fue reunirme con la ejecutiva de venta de dicha empresa autodenominada en Inglés Vicky. Una clásica chica China con lentes tipo coleccionista de estampillas, delgada, sonrisa fácil y muy joven.

Tomé el tren Shenzhen-Guangzhou y quedamos de juntarnos en una estación de metro que me quedaba más o menos abordable. A pesar que habíamos acordado que me debía recoger a mediodía finalmente llegó una hora más tarde.

Cuento aparte, mientras esperaba en las afueras de la estación una anciana se acercó y me mostró una mandarina que tenía en la mano, me la ponía en enfrente con gran entusiasmo y haciéndola girar como si aquel fruto fuera un tesoro. Yo mal entendí que quería una propina y le di unos yuanes pero me los devolvió y entregó la mandarina. Luego siguió hablándome en una actitud clásica de muchos chinos quienes por alguna razón te conversan profusamente en su idioma sin tomar en cuenta que no les entiendes nada. Recibí el cítrico sin captar la razón del regalo y me fui. Para mi sorpresa la viejita me seguía nuevamente ahora con otra mandarina con la que repitió la curiosa maniobra y también me la termino pasando incluida  larga y unilateral conversación en chino. Al rato venía de nuevo con otra y comprendí que era hora de huir, me escondí en un rincón pero la mujer y su fruto me buscaba cual sabueso por todos lados hasta encontrarme y métale regalando mandarinas. Por suerte llegó Vicky sino terminaba con un puesto de frutas.

Finalmente nos fuimos en taxi y a pesar que yo quería visitar la fábrica ella insistió en ir primero a su puesto de trabajo. En la oficina fui tratado como visita de estado, todos me querían conocer, saludar, tomarse selfies conmigo y saber dónde quedaba Chile. Muy simpático, ameno y raro por cierto.

Aproveché la ocasión para preguntar cuantos días se demoraban en fabricar los productos, me indicaron que veinte y para tenerme el diseño en 3d que precedía a la aprobación del negocio tres. Lo del diseño era muy importante tenerlos claro y corroborarlo con el cliente, además los modelos que pedimos tenían la dificultad que habían algunas figuras patentadas de Disney que por ello mismo debíamos reemplazar por otras alternativas, cuestión que ya habíamos adelantado. Como es sabido en Chile la propiedad intelectual es bien compleja y si alguien llega con productos licenciados como Disney sin tener la autorización de la empresa puede ser fatal en aduanas.

Luego de las sonrisas y ser tratado como George Clooney fuimos a la fábrica. Todo excelente allí, tenía una tecnología con un robot computarizado que cortaba las telas impermeables de acuerdo al diseño que se le cargaba. Espectacular. Todo fue tan bien que hice firmar en el acto el contrato de mi empresa y les pagué el adelanto con el invoice (factura comercial).

Y así me fui feliz… fue el último momento feliz con Vicky.

Al otro día llegué a mi oficina en Shenzhen y una de las primeras cosas que hice fue contactar a la proveedora en cuestión para que me re confirmara el día en que tendría los diseños.  “Lo siento johny pero toda mi empresa se va de campamento por 5 días”. Reclame que esa situación me complicaba, que el tiempo de producción etc. “Pero es que debes considerar que los días de producción son 20 pero días hábiles” de un plumazo campamento y días hábiles nos dejaban fuera de fecha acordada de entrega. Reclamé, llamé, patalié, amenacé contra el escautismo improvisado, pero nada. Solo recibí un clásico dicho chino: “I will try my best”.

Pasaron los días del campamento y exigí mis diseños pero me aclararon que caía fin de semana por tanto debía esperar tres días -ahora hábiles-  más. Luego vino la excusa de que el diseñador estaba enfermo, después que el tipo era un irresponsable y ella lo estaba acusando con su jefe, más tarde se había redimido y sólo prometía unos pocos días más para entregarme lo que requería, y así una historia mentirosa tras otra.

 YA mis nervios estaban más que alterados, llevábamos veinte días sin que pudiese recibir un mísero bosquejo y sólo diez para que se completara el tiempo de producción. Especialmente desagradable se comenzó a volver la reacción de ella ante mis justificadas presiones; no me contestaba el teléfono y cuando lo hacía era para responderme de mala gana que estaba muy ocupada, durmiendo siesta o porque la llamaba tanto.

 Finalmente a siete días de que se acabara el plazo de producción Vicky me entregó los diseños todos a medias, sin medidas reales, y de un solo plano –no 3d- que me impedía ver los detalles. Cuando le pregunté del lead time (tiempo de entrega) me contestó que sería una semana después de la vuelta del feriado que “Sorry Sorry”. Todo mal, sin vergüenza alguna me había corrido el fin de la producción a después de la fiesta nacional. Para colmo el diseño dejaba mucho que desear. “Dont Worry la producción final será genial este sólo era sólo un dibujo”. O sea estos bocetos tan esperados no servían para nada.


Por fin un buen día Vicky tenía los inflables listos y producidos. De esta manera viajé especialmente a Guangzhou a hacer la inspección de ellos esperando que fueran un desastre. La traté con frialdad y molestia por todo lo ocurrido pero ella seguía plena de alegría como la primera vez y que no me preocupara que todo había quedado tan hermoso que se me acabarían todos los enojos. Tenía parcial razón

Lo medular de la inspección consistió en inflar los tres juegos y ver como habían quedado. Me esperaba sendos mamarrachos pero para mi sorpresa mientras los voluminosos globos de lona se llenaban de aire me sorprendí lo lindo y bien confeccionado que quedaron. Esto hizo que en parte se me disipará bastante la molestia con Vicky. Me había mentido, se había atrasado pero el resultado era casi óptimo.

Entonces, por fin todo estaba listo y dispuesto para ser cargado, me coordiné con el forwarder (embarcador) y pensé que ya todo recorrería un conducto normal. Pero la chica de lentes “quema hormigas” me tenía preparada inesperadas e intensas emociones.
 
Continuará....