Como
estábamos extremadamente atrasados y el cliente justificadamente nervioso busqué
la forma más rápida de despachar los productos. Averigüé con mi forwarder y me
indicó que era mucho más expedito que la carga saliera de Shenzhen y no de
Guangzhou así que tome el booking (la reserva del embarque) de esa forma. Le
conté a Vicky del cambio que en verdad era una formalidad porque ambos puertos
están muy cerca y se usan indistintamente, pero sorpresivamente me respondió
que el acuerdo era enviarlo por Guangzhou y que si lo quería hacer por Shenzhen
su empresa no pagaría el transporte. Esto incrementaría 300 usd mis costos.
Pero no hubo caso sacarla de ahí, como mi cambio no estaba acordado se
aprovecharon de eso para ahorrarse ellos el transporte. Muy mala disposición a
algo tan elemental. No me quedó más que ceder y perder el dinero.
Cuando
ya de nuevo estábamos “en conformidad” recibí otro “pastelazo” de Vicky, “So
sorry Johny pero no te puedo incluir el piso de los inflables”. Se refería a
una lona que se pone debajo de los juegos para que su base no se dañe. Fue uno
de los requerimientos más remarcados por nuestro cliente y por tanto lo
indicamos claramente en el contrato y la factura. Le dije a Vicky que eso no
podía ser porque justamente era un acuerdo inicial y que me parecía el colmo
todos los problemas que me habían generado y que jamás un proveedor chino me
había desconocido un contrato. “So sorry pero como te di un precio tan especial
no me fije en el costo del piso y hablé con mi jefe y no te lo podemos incluir,
para hacerlo debes cancelarnos 300 usd más”. El chantaje me llegó a provocar
migraña y rabia extrema. Traté de calmarme y pensar fríamente. Al día siguiente
la maldita empresa debía despachar el producto al puerto, si atrasaba carga
podía perder hasta 10 días más. Estaba de rehén y me la jugué por negociar. “OK
Vicky me parece pésimo pero como tu cometiste el error del precio yo pago 150
usd y tú los otros 150”. Aceptó siempre que le transfiriera de inmediato el
dinero además en yuanes (estas transacciones se hacen en dólares) lo que era
toda una complicación.
En veinticuatro
horas llevaba perdidos 450 dólares en puras cuestiones sin sentido. Pero ya
todo estaba listo y el embarque de la Pyme de Antofagasta por fin podría tener
zarpe. La carga que debía llegar en noviembre arribaría a Chile después de
navidad, muy mal pero al menos tocaría puerto en algún momento. Tema tortuoso
finalizado, era lo que era, nada que hacer.
Al
día siguiente me fui de viaje a ver proveedores de otro negocio y dado que todo
parecía finiquitado me olvidé del asunto. Había llegado al hotel, me saqué los
zapatos, prendí el televisor y comencé a ver una comedia liviana para relajar
tanta tensión provocada en estos días. De súbito él género cinematográfico cambió
de las risas al terror… de Vicky, que siguió demostrando que me las podía hinchar
más que los juegos que fabricaba. Tipo 20:00 recibí un mensaje por wechat (el
whatsapp de los chinos) de mi asistente Sven: “Johny te tengo una mala noticia
los juegos del cliente no van a poder salir de China. Aduanas los retuvo por un
tema de documentación”. De inmediato llamé al forwarder para averiguar que
pasó:
- “El proveedor presentó mal
los documentos a la aduana de Shenzhen indicó una cantidad equivocada de
artículos que no correspondía a la realidad y por ello fue rechazada. Debemos
esperar entonces que la aduana entregue un informe del asunto y diga cómo
solucionar el problema”.
-
“Pero
esto retrasará sólo esta programación –pensé yo qué era sólo un pequeño
percance- podemos dejarlo para el próximo cierto”. Pregunté.
-
“Lo siento Johny, no lo creo, estas cosas
pueden retrasar la carga hasta dos
meses. Esperemos el informe de aduanas y te respondo”. Me contó además que
esto ocurrió porque justó la aduana de Shenzhen estaba siendo visitada por el “bendito”
director nacional de aduanas de Beijing debido a unos casos de corrupción administrativa
y por tanto para demostrar celo los funcionarios estaban revisando cualquier
cosa hasta unos pinches e inocuos inflables de autitos y pececitos como los
mios. O sea mala pata al re cubo.
Ya
era el colmo del colmo galáctico del universo. Un desastre completo que jamás
nos había ocurrido. En estado de desolación llame a la %&%/%/&/$·”
(omito las palabras correspondientes) de Vicky para reclamarle lo gravísimo de
la situación y que solucionara el problema ya. “So sorry Johny pero el error
fue de tu embarcador que presentó mal los documentos y yo no puedo hacer nada”.
O sea la actitud de culpar al otro para zafar. La excusa del gasfíter también
vale en China.
En
estado de tensión total desde ese momento me contacté a diario con el forwarder
para empujar el asunto, le dije que podía ir yo mismo a aduana a reclamar si
sólo eran tres jueguitos, que no entendía como podían tener retenidos sin
sentido. “No sirve para nada, es para peor, si vas para allá lo tendrán bloqueado
hasta más días”. Busque por contactos si alguien conocía una autoridad de peso
de aduanas. Pero todos recomendaban esperar. Ofrecí pagar por debajo de la mesa
-si corrupción por desesperación- pero
nada. Ya me quedaban dos semana para volver a Chile y veía como increíblemente
después de casi tres meses el embarque más sencillo y al que más tiempo le
dediqué ni siquiera saldría de China.
Cuando
me faltaban dos noches para partir, y casi que no dormía, me avisaron que aduana había liberado la
carga. Me causó esa inmensa y mediocre alegría de salir de un problema, es como
que un psicópata te ofreciera cortarte las dos piernas y te pones dichoso que
sólo se decidió por una. Triunfo Pírrico por donde se mire.
La
carga llegó tardísimo pero llegó. Al menos logré empujarla (con hartas rocas
encima) a través del océano pacífico.