miércoles, 18 de julio de 2012

Día de Playa en China


El fin de semana pasado nos invito nuestro buen  amigo chino Terry y su esposa Yuki a pasar un día de playa en Shenzhen con toda la familia. Ellos viven desde hace años en esta ciudad y se conocen sus rincones al revés y al derecho por tanto el paseo prometía y generó expectativas que se cumplieron con creces. En verdad lo bien que lo pasamos, lo amables y cordiales que fueron, lo calentita que es el agua del Indico y otras maravillas del viaje no es de lo que me interesa escribir en detalle , como sabemos la alegría ajena debe ser de las cosas más fomes y poco empáticas de relatar.

Lo interesante era ver como había sido asimilado el tema balneario en esta cultura que tiene esta mezcla entre lo milenario y lo extraterrestre. Y es que como ya lo he dicho o insinuado la clase media china no tiene más de 10 años de existencia masiva y el pueblo está ávido a de consumir como los extranjero todas las bondades de la vida que por décadas les estuvo vedada. Sin ir más lejos esta playa a la que fuimos llamada “Península de Gansos “ se abrió hace unos años ya que  estaba clausurada por el temor de las autoridades a que la gente cruzara varios kilometros a nado por el mar escapando hasta Hong Kong.

Lo primero que nos llamó la atención es que en la carretera había muchos puestos callejeros  de venta de artículos playeros, muy parecidos a Chile en septiembre con lo de los volantines. Acá en cambio los productos a la venta colgados en mallas verticales y provocando un efecto colorido tecno-tropical, eran trajes de baño y flotadores circulares tipo flotador de patito inflados.

Llegando a la playa y siguiendo con el tema vestuario los hombres usan preferentemente sunga  –no se para que y no haré más comentarios- y las mujeres se quedaron en la época victoriana y lucen unos verdaderos vestidos de playa hasta las rodillas, incluso algunas parecen burkas o momias llenas de paños enmarañados que usan para cubrirse el cuerpo completo. Y es que era cierto lo que nos decían por ahí, los chinos no toman sol. Van a la playa al atardecer y a la noche. Le temen a los peligros de la insolación –sabios ellos- pero además hay un factor cultural, un canon importante de belleza es cuan blanca es una mujer. Entre más lechosa más linda y entre más morena más similar a la clase campesina que se identifica como más pobre y de nivel inferior.

Luego el mar esta lleno de flotadores tipo de patito de aquellos que tanto se ofrecen en el camino y cuando digo lleno me refiero a llenísimo. Para nuestra sorpresa no son de uso sólo de niños, todo el mundo le lleva su flotador, mujeres, hombres, abuelitos  y por cierto los infantes. En contraste Toallas extendidas en la arena ni una, para que si ni se asolean.

Luego la comida. Todo el sector de sombra estaba lleno de parrillas a carbón, con numerosas familias y amigos que  cocinaban con brochetas todo tipo de carnes normales y otras que mejor no saber que eran ni de que parte del animal. Y debajo de las parrillas y alrededor de los comensales restos de conchas, palitos, bolsas, carnes y mugre por montones. Bien cochinazos la verdad. Pero lo más intragable es que debajo de unos grandes toldos cercanos a los estacionamientos tenían un cabrito que faenaron ahí mismo, lo colgaron y le sacaban las lonjas e interiores de todo hasta dejarle solo la cabeza y un hilo de no sé que colgando. Varias gallinas también  eran acogotadas ahí mismo en caliente. Como siempre la comida en China y esto de exhibir las cabezas tipo Francia 1789 Versión culinaria  tiene mucho de cavernícola y es de las cuestiones culturales más difíciles de aceptar.

En todo caso con todos los contras, rarezas y chinadas las playas de Shenzhen están sorprendetemente bien y bonitas y no contaminadas y bien limpias para una ciudad industrial de veinte millones de habitantes.  Hasta pececitos en la orilla ... No está mal.

viernes, 13 de julio de 2012

Embarazo… embarazoso

Una amiga latina decidió “cuidarse” usando un dispositivo intrauterino que se instaló en su último viaje a su país, sin embargo, se lo pusieron mal y estando acá en China quedó embarazadísima. Gran tema, porque hay que ser muuuuuuy valiente para vivir en esta tierra un proceso tan dependiente de la medicina y, por ende, en este caso de los “médicos chinos”.

Incrementando su valentía, decidió tener a su bebé en un hospital de Shenzhen aunque vale aclarar que éste se trata de un centro médico muy por sobre el promedio de cualquier recinto público en cualquier parte del mundo, algo así como “joya de la corona” del sistema local y enfocado sólo en la maternidad y los recién nacidos.

Tenía todo calculado para que en las fechas del parto estuviese su marido que viaja mucho por negocios. Pero, la naturaleza la sorprendió y semanas antes de lo pronosticado comenzó con contracciones, su esposo estaba en España y dado que la situación era compleja llamó a una amiga cercana –latina también- para que la acompañara.

Llegando al hospital explicaron muchas veces a los médicos, matronas y enfermeras dos cuestiones claves, uno que el dispositivo había que sacarlo porque con embarazo y todo, seguía donde no debía estar y, dos, que debían aprovechar de esterilizarla para evitar un futuro embarazo. Todo claro y entendido … se suponía.

Luego, tras el trabajo de parto, comenzó lo bueno. Debían ponerle anestesia raquídea que va en la espalda, sin embargo las profesionales de la salud eran inexpertas y la pincharon numerosas veces andes de dar con el punto adecuado. Finalmente, le pusieron anestesia total, en una dosis justa mientras fuera la cesárea y que no afectara al niño.

Luego, el parto – lo más importante -  salió bien y el bebé nació sin problemas. Cuando se recobró un poco de la anestesia con el doctor presente, preguntó si todo había salido bien en ligarle las trompas. Todo el equipo médico puso cara de signo de interrogación, el doctor se rascaba la cabeza y luego confesó que no lo había hecho. Impactada, la madre procedió con la siguiente pregunta:

 – “¿…y sacó el dispositivo?”

 – “¿Qué dispositivo? No había ningún dispositivo…”

Y bueno… ahí comenzó una dura disputa “post-parto” bilingüe inglés-chino de alto tono –sin descartar una que otra palabrota hispana (al menos yo habría lanzado muchas) – entre todo el equipo médico con nuestras amigas latinas respecto de la existencia o no del dispositivo. Grave situación para la salud de la madre que se desconociera dónde estaba el aparato y que para colmo se le buscara hasta la explicación ontológica del asunto.

Ante el enojo y el nerviosismo de la madre, la amiga que la acompañaba tomó cartas en el asunto y en forma increíble hizo algo que sólo puede ocurrir en China, se metió al depósito (balde) donde yacían los restos de placenta, cordón, interiores y otros que ya el lector podrá imaginar y se puso a urguetear con los dedos, hasta que al final, volvió a la sala diciendo:  “¡lo tengo, lo encontré!”, mostrándole a la madre la evidencia y enrostrándole a los chinos su ¿cómo decirlo? DESPROLOJIDAD…

Zapatito, Zapatón

Días atrás, mi gran amiga Vesna, producto de un trabajo de la universidad, nos invitó a toda su red de amigos a reflexionar en torno a los zapatos y el significado que representan para cada uno. Me tocó leer un variopinto de testimonios hilarantes, breves, súper interesantes y hasta poéticos. Imbuida en el desafío y dada mi actual condición de chilena expatriada en China, agradezco a mi amiga el ejercicio y aquí comparto lo que salió:

Una de las cosas que de inmediato llaman la atención de este país es el tema de los zapatos. Primero, porque cuando llegas a un hogar o lugar oriental, debes sacarte los zapatos (o colocarte unas pantuflas o bien unas especies de fundas cubre-zapatos que están disponibles en las entradas) para entrar descalzo a ese espacio íntimo (familiar) de quien te deja compartir su espacio. Lo interesante es que al principio, uno lo ve como una excentricidad de este país, una brecha cultural, sin embargo es una de las primeras costumbres chinas que los expatriados adoptamos al empezar a vivir acá. El origen de esta tradición lo desconozco, sin embargo ya estoy tan acostumbrada, que se me hace absolutamente necesario liberar mis pies apenas llego de la calle a mi casa o a la de mis amigos. Me siento cómoda, libre, tranquila y saludable andando a "pata pelada" en estos espacios...

En una segunda mirada, como mujer te llaman la atención los zapatos de las chinas sobre todo, pues son altísimos, con plataformas, de miles de colores, brillos, tachas, printers y estilosos. La mujer china es bajita, incluso más que el promedio de nuestro país, pero sea cual sea su condición social, las chicas (en especial, las jóvenes) se encaraman en su tacones que a mí me parecen enormes y vamos caminando, dignas y regias por la vida con la nariz parada y unas coquetas minifaldas o polleras de velos que les encanta. No sé cómo lo hacen, pues claramente andar con ese tipo de tacones debe ser todo un "arte chino". Pero, si no van de tacones, van con su clásicos zapatitos bajos (como de bailarina de ballet similares a esos modelos negros que conocíamos hace algunos años como "chinitas") pero no por ello exentos de colores, printers, brillos, tachas y estilos de los que ya hablamos.

Además, es interesante el contraste entre estas chinas modernas encaramadas en "agujas" y "plataformas" de 20 cms y el suplicio que debían padecer sus antepasadas hasta hace menos de un siglo atrás, cuando el pie pequeño en la mujer era sinónimo de delicadeza, elegancia y femeinidad, por lo que las madres apenas nacían sus hijas les vendaban los pies para que no crecieran y los amarraban y "calzaban" en los tristemente célebres "zapatos chinos" que deformaron tantos pies femeninos, provocando fracturas, huesos rotos, infecciones y un sin número de afecciones de las pobres chinas para ser socialmente aceptadas en su comunidad, y "bien vistas" por los posibles pretendientes, prometidos o maridos que sus familias buscaban para ellas.

En lo personal, siempre me han gustado los zapatos cómodos, de buena calidad, de cuero, que me duren una eternidad y que sean diferentes, sencillos pero especiales. Lo curioso es que tengo muy pocos pares de zapatos y acá en China como me movilizo todo el tiempo en bici, metro y caminando, no me desprendo de mis zapatillas de "running" y mis crocs. Sin embargo, como dice una amiga colombiana que vive hace cinco años acá, nada más glamoroso y femenino que plantarse de repente un par de tacones hermosos y elegantes para verse "divinas" y sacar esa "china que todas llevamos dentro".


martes, 10 de julio de 2012

Desde la Lupa o el Horizonte


Alguien hace unos días me preguntó si estaba contento con mi vida en China. Una pregunta habitual y muy abierta. Curiosamente la respuesta no me resultó tan difícil ya que por defecto cerebral siempre ando dándole “vuelta al hámster” con estos temas.  Mi respuesta adaptada fue esta:

“ Mira si ves los detalle cotidianos te puedes volver loco y suicidarte:  hay corrupción generalizada, la gente escupe en la calle, no usan desodorante, el materialismo de nuevo rico es insufrible, faltas grave de civilidad, empujones, machismo,  mucha gente le pega a los niños en público, etc, etc, etc…. La lista puede ser infinita. Hay gente que vive acá y simplemente no lo soporta y se  pasan su expatriación en desagrado y “pelando” a China y a los chinos.

Pero por otro lado está la mirada desde el horizonte que es obviar muchas cosas por cierto y encontrar el acomodo. China es un país con un desarrollo social y económico a todo vapor, casi se mueve la tierra como un temblor de tanta energía vital percibida, aquí y ahora esta ocurriendo el mundo, es muy seguro,  es hermoso, moderno, hay muchas más oportunidades de trabajo y creativas que en Sudamérica, además es una cultura compleja e interesante de penetrar y decodificar. Y como en todas partes te puedes encontrar con grandes personas que son amigos para todo la vida.

Caminar por las calles de Shenzhen puede ser un asco para muchos, un solo escupitajo, o un mal olor mata de un sablazo al más sensible. Pero cuando camino con mis amigos – y a veces mi familia- que compartimos más o menos  esta forma de adaptación no siento eso, veo lo otro, como si hubiesen dos prismas o dimensiones distintas en las que pudieras enfocarte en esta tierra.”

En fin, sobre este tema, pegan muy bien  dos blogs increíbles que hablan de esto.  Ambos son de periodistas españoles que viven en Beijing. Uno es Chinochano (http://chinochano.zoomblog.com) que define su tribuna  como una visión desdramatizada de China. Ha ganado varios premios como mejor blog en español. Sin dejar de ser crítico y tratar temas espinudos políticos y sociales se nota que el hombre se siente cómodo en China y se lo toma con humor y muchos matices. A mi me simpatiza y acomoda  su forma de ver las cosas.

El otro es Chinitis (http://blogs.opinionmalaga.com/chinitis) como su nombre lo sugiere para este bloguero China es una verdadera enfermedad, una sociedad corrupta, contaminada, desagradable, injusta y perdida. Me queda la duda como ha podido vivir tantos años en un país que le desagrada tanto. Pero el tipo hace siempre su punto y tiene buena pluma.

Entre ellos han tenido algunas disputas bloguísticas de antología y alto calibre en que se han dicho de todo. En fin les dejo eso por si se quieren informar de esta jungla en que vivimos desde dos posiciones muy diversas.