viernes, 13 de julio de 2012

Embarazo… embarazoso

Una amiga latina decidió “cuidarse” usando un dispositivo intrauterino que se instaló en su último viaje a su país, sin embargo, se lo pusieron mal y estando acá en China quedó embarazadísima. Gran tema, porque hay que ser muuuuuuy valiente para vivir en esta tierra un proceso tan dependiente de la medicina y, por ende, en este caso de los “médicos chinos”.

Incrementando su valentía, decidió tener a su bebé en un hospital de Shenzhen aunque vale aclarar que éste se trata de un centro médico muy por sobre el promedio de cualquier recinto público en cualquier parte del mundo, algo así como “joya de la corona” del sistema local y enfocado sólo en la maternidad y los recién nacidos.

Tenía todo calculado para que en las fechas del parto estuviese su marido que viaja mucho por negocios. Pero, la naturaleza la sorprendió y semanas antes de lo pronosticado comenzó con contracciones, su esposo estaba en España y dado que la situación era compleja llamó a una amiga cercana –latina también- para que la acompañara.

Llegando al hospital explicaron muchas veces a los médicos, matronas y enfermeras dos cuestiones claves, uno que el dispositivo había que sacarlo porque con embarazo y todo, seguía donde no debía estar y, dos, que debían aprovechar de esterilizarla para evitar un futuro embarazo. Todo claro y entendido … se suponía.

Luego, tras el trabajo de parto, comenzó lo bueno. Debían ponerle anestesia raquídea que va en la espalda, sin embargo las profesionales de la salud eran inexpertas y la pincharon numerosas veces andes de dar con el punto adecuado. Finalmente, le pusieron anestesia total, en una dosis justa mientras fuera la cesárea y que no afectara al niño.

Luego, el parto – lo más importante -  salió bien y el bebé nació sin problemas. Cuando se recobró un poco de la anestesia con el doctor presente, preguntó si todo había salido bien en ligarle las trompas. Todo el equipo médico puso cara de signo de interrogación, el doctor se rascaba la cabeza y luego confesó que no lo había hecho. Impactada, la madre procedió con la siguiente pregunta:

 – “¿…y sacó el dispositivo?”

 – “¿Qué dispositivo? No había ningún dispositivo…”

Y bueno… ahí comenzó una dura disputa “post-parto” bilingüe inglés-chino de alto tono –sin descartar una que otra palabrota hispana (al menos yo habría lanzado muchas) – entre todo el equipo médico con nuestras amigas latinas respecto de la existencia o no del dispositivo. Grave situación para la salud de la madre que se desconociera dónde estaba el aparato y que para colmo se le buscara hasta la explicación ontológica del asunto.

Ante el enojo y el nerviosismo de la madre, la amiga que la acompañaba tomó cartas en el asunto y en forma increíble hizo algo que sólo puede ocurrir en China, se metió al depósito (balde) donde yacían los restos de placenta, cordón, interiores y otros que ya el lector podrá imaginar y se puso a urguetear con los dedos, hasta que al final, volvió a la sala diciendo:  “¡lo tengo, lo encontré!”, mostrándole a la madre la evidencia y enrostrándole a los chinos su ¿cómo decirlo? DESPROLOJIDAD…

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