Hace un tiempo, un buen
amigo me contactó con una empresa súper grande con la que él se relacionaba y
me invitó a conocerla. Recorrimos el lugar, las oficinas, las bodegas, me presentó
a la gente y a los dueños. Fuimos a almorzar, tomamos café, tuvimos una espléndida
reunión de negocios, nos hicimos amigos, todo agradable y prometedor.
La propuesta consistió
en que me iban a ofrecer los mejores precios que yo hubiese visto jamás,
comprando cantidades pequeñas, con marca propia (OEM se llama), con crédito y
otras híper y únicas regalías. Yo les planteé que mis volúmenes de compra
eran pequeños, pero no les importó, podíamos hacer muchos negocios mirando a
largo plazo, me dijeron. Era todo tan, pero tan bueno que casi ya ni siquiera
tenía que cotizar a otros proveedores porque ellos me darían el servicio más
barato y completo.
Pues bien, cuando debí ya ir viendo el primer
negocio concreto la jefa de ventas me envió un mail, diciendo que la cantidad mínima para
comprar eran 3000 unidades o sea más alto que el promedio de todas las
fábricas, y nada que ver con lo que me habían dicho. Les alegué mucho, hice
lobby con mi amigo y después de mucho batallar llegué a 1000 unidades que no
era ni cerca lo que me habían jurado, pero que era aceptable dado los grandiosos
precios. Luego, cuando pedí unas cotizaciones las ejecutivas que me asignaron se
demoraron tres semanas en dármelas, cuando el tiempo natural de entrega son dos
o tres días. Ahí, por primera vez, pedí una reunión para hablar de estas dos
cosas que no estaban funcionando.
La reunión fue una maravilla las ejecutivas súper simpáticas,
amorosas, me preguntaron de mi vida en China, mis hijos, mi señora. Luego me
dijeron que todo fue un mal entendido así que ahora quedaba todo mucho más
claro y acordado, nuevamente las cantidades serían bajas, los precios buenísimos
el servicio el mejor. Vuelvo a mi oficina en la tarde pido una cotización y me
habían subido todos los precios que, ya con la nueva lista que me mandaron, solo
eran buenos nada excelente.
Nuevamente, me di el tiempo de pedir otra reunión
esta vez con la dueña. Según ellos no habían entendido mi estructura de negocios, la jefa les explicó en chino a las chicas cómo darme bien los precios. Al día
siguiente me subieron las cantidades mínimas y me aumentaron más los valores, incluso de negocios que ya estaban pagados y negociados. Finalmente, nada
de nada de lo ofrecido era real. Ya no daba para más y tiré la esponja.
Y es que hay una cuestión que es ley de oro en los
negocios con China. Los chinos siempre te dirán que sí, asienten, te sonríen,
se ponen de acuerdo contigo, te pasas horas de coordinación con ellos - días
incluso -sin embargo y como sea, siempre harán lo que quieren y tendrán una excusa
para pedirte disculpas o para mostrarte que no les explicaste el tema por el
que les estás reclamando.
Ellos evitan generar confrontación, hablar en forma
directa, tratan de no manifestar sus discrepancias y, rara vez, te dicen
directamente que no. Pero en la práctica si no eres riguroso, pierdes.
Me pasé una vez en reunión en una fábrica un día
completo con un proveedor explicándole que su producto me llegó con los
tornillos salidos a Chile, que era inaceptable que yo quería seguir apoyándolo
pero que así no se podía. "Sí -me dijo- mejoraremos, nunca más..." y bla bla. Al otro
embarque nuevamente llegaron los tornillos salidos.
Con otro, discutí años del color del packing y la
tipografía y siempre había una disculpa, una buenísima explicación y nunca la
mejoró.
Ya aprendí todo va por escrito en un contrato en que
detallamos todo. Y a pesar que su validez legal es relativa, para ellos lo que
va escrito con su firma es un verdadero matrimonio. Otro aprendizaje a
porrazos.
Muchas gracias traspasar tus experiencias, tienes una generosidad que es extraña de encontrar en un empresario.
ResponderEliminarRodrigo