viernes, 29 de noviembre de 2013

Dormir Tranquilo


Tengo un conocido que es comprador de una importante empresa de tecnología. Él tiene un cargo de alto nivel relacionado directamente con las fábricas chinas y, por tanto, se maneja habitualmente con los proveedores, un área en la que tiene mucha experiencia.

Íbamos hace unos días compartiendo un taxi rumbo a la zona industrial de Baoan, cuando le estaba comentando que yo me sentía cómodo negociando con los chinos, que en general tenía una buena impresión de ellos a pesar de los miles de problemas que siempre se generaba, pero que, en general, me parecía que eran personas bastante más correctas que muchos latinoamericanos y que, además, solía tener una relación amable y amistosa con ellos.

Cuando llegué a ese punto me miró y me dijo: “mira, los chinos casi como raza siempre te tratarán de fregar y si están contentos contigo es porque seguro ya te están tirando a partir.  Uno de mis colegas negocia tan despiadadamente que se los trata siempre de joder y lo lo odian a tal punto que me han llamado algunos para saber si está en China para pegarle. O sea, si te odian estás haciendo un buen trabajo”.

Estas palabras me han rondado en la cabeza toda esta semana. Yo llevo diez años trabajando con China, con fábricas y proveedores  y si bien no ha sido fácil y tengo mil historias de situaciones tremendamente complicadas, he podido vivir, alimentar a mi familia y desarrollarme en gran parte gracias a la relación comercial con ellos y a la cooperación mutua. En la empresa, tengo una red profesional china que me apoya y en la que confío, mi asistente, mi forwarder... y además, tenemos amigos chinos de todo este tiempo.

Mi concepto es que los negocios deben ser colaborativos. En otras palabras, donde todos ganemos: ojalá gané bien yo, el proveedor, el importador en Chile e incluso que el usuario final que compra el producto quede contento. En este mismo sentido, lo ideal es hacer un buen equipo con el proveedor de manera de tener una buena relación de largo plazo, que el trabajo salga fluido y que crezcamos juntos.

La visión del negocio como una "guerra a muerte" me es reñida con la ética y con mi personalidad. Ya vivir de una actividad comercial es un tanto "frío", pero si además a eso le sumara el hecho que para hacer bien mi labor, un conjunto de gente me debe odiar al punto que me quieran pegar y que mi objetivo sea liquidar a la fábrica, estrujarlos a más no poder, ¿qué sentido tiene el trabajo y la vida? Eso simplemente es ser un “caradura” un “winner”, un tipo cuya actuación se orienta en vista de su propio beneficio a perjudicar a los demás.

El día que perciba que mi personalidad y mi moral no son adecuadas para esta “guerra“, creo que colgaré mi uniforme y me dedicaré a la "vida civil".

Toda esta visión de mucha gente respecto a los chinos me tiene cansado. Especialmente de nosotros los latinos que, por favor, de dónde sacamos (“los tarros con más duraznos”, como decimos en Chile) que somos mejores que ellos. He escuchado desde que son hediondos, cochinos, traicioneros, tránsfugas, fríos, interesados, poco sinceros, manipuladores, sub-humanos y mil cosas más. Sin duda, hay una cierta dosis de racismo solapada o no en todo ello.

Es verdad que el tema cultural acá es sumamente difícil y a nivel de negocios, más aun. Hay ciertos patrones de desprolijidad y responsabilidad que son muy difíciles de conseguir y son desgastantes; las empresas tratan de sacar ventaja de cosas mínimas y cuando hay problemas asumen muy poco.  Te dicen una cosa y a los cinco minutos, la cambian. Pero como en todo, hay gente que es muy comprometida y cumplidora que nunca te falla. Además, la experiencia te va entregando las armas para lidiar con ello, adelantarte y saber atajar a tiempo muchos problemas.

En general los chinos son personas honestas. Es muy difícil, casi imposible que te estafen o te roben  -hagan la comparación con América Latina- y son un pueblo que admiro mucho en la manera que han salido adelante en su difícil y dura historia. No soy "chinofilo" ni mucho menos, ni todo me parece bien. Pero acá sobran los ejemplos para sacarse el sombrero por ellos, por su disciplina, capacidad de aprendizaje y entereza.

Que me miren con cara de “pobrecito ingenuo”. No quiero alardear, ni tengo muchas razones para ello,  pero no me ha ido mal y mantengo mis convicciones. Así que digan lo que digan, estoy agradecido de poder trabajar en esta tierra, darle sustento a mi familia, tener una buena relación con mi entorno profesional y, sobre todo, poder dormir tranquilo sin la sensación de que perjudiqué a nadie y nadie me quiere liquidar.

jueves, 21 de noviembre de 2013

El trato hacia los animales en China


Ha ce unos tres años cuando aún no nos radicábamos en China un proveedor me invitó a un viaje por Bejing. Cuando estábamos en un taxi rumbo al hotel me preguntó que quería conocer de esa ciudad y comenzó a darme diferentes opciones; la Muralla China, Ciudad Prohibida, Palacio de Verano etc. Yo desde siempre amante de los animales quería conocer los pandas gigantes y algo había escuchado del zoológico de Beijing. Le dije entonces que podríamos ir al zoológico. Me miró sonriente, con cara burlona de que le estaba bromeando. De veras quiero ir al zoológico ¿por que?. Aguantándose  la risa le preguntó a la taxista  -era una señora- donde quedaba el zoológico, ella comenzó también a poner cara de fiesta, le pregunto a mi compañero quien quería ir al zoológico y este me apuntó a mí. Y ahí los chinos explotaron y se largaron a reír a carcajadas, destemplándose los dientes. La mujer le decía que yo me creía un niño acaso y no podían parar de burlarse del hecho de que un hombre adulto quisiera ver animales.

En otra ocasión este mismo proveedor me invito a la bella ciudad de Hangzhou famosa por ser muy verde y tener un lago muy grande y lindo. Cuando estábamos alrededor del lago que es como un parque urbanizado gigante me di cuenta que había un zoológico. La vez anterior no habíamos alcanzado a ir al de Beijing. Al entrar lo primero que se veía era un inmenso circo lleno de graderías abarrotadas, donde tenían a unos tigres saltando por unos aros de fuego. No entendía que tenía que ver el circo con el zoológico. Luego pasamos por otras jaulas con animales, todas sucias, mal oliente y pequeñas. Luego nos metimos medio a “la mala” a un galpón donde estaban los elefantes y ahí me toco presenciar un espectáculo muy triste. Un amaestrador muy agresivo tenía a un gran elefante haciendo piruetas de levantar las patas y otras. Cuando el animal no respondía el tenía un punzón con el que constantemente le pinchaba para que siguiera sus instrucciones. Se veía al elefante sufriendo y estresado y al tipo totalmente indiferente y hasta sádico. Quedé descompuesto y con una sensación de tanta impotencia que nos debimos ir de inmediato

El primer año que estuvimos en Shenzhen también visitamos el zoológico local. Y a pesar que no estaba tan mal cada cierto rato tenían funciones circenses. Una que vimos también era muy deprimente, mantenían a los animales en un desfile girando alrededor de un escenario haciendo cosas ridículas contra su voluntad y además en una total desorganización. Camellos, elefantes, jirafas, monos, toda una gran arca de Noé anárquica. Y el sumun era que tenían una cuerda en altura entre dos postes, habían puesto a un oso pardo para que se balanceara en monociclo. Pude ver como el oso se resistió hasta que los domadores tuvieron que rendirse. Seguramente el pobre se debe haber llevado una gran tortura por no querer colaborar con la función.

Todos estos ejemplos muestran cual es el concepto que tienen los chinos de los animales. Para ellos son cosas que están al servicio del hombre. Sirven como alimento, pieles, comercio  o  también para plena diversión en los escenarios descritos.

 No hay conciencia masiva de respetarlos y protegerlos en su entorno, o de los zoológicos como una reserva protectora de las especie en peligro de extinción. Su idea de ellos es el espectáculo de circo, los animales están ahí para reírnos de sus monadas guiados-maltratados por sus domadores.

Alguna vez leí un pequeño análisis que planteaba que en China si apenas se respetaba a la gente que se podía esperar de los animales, haciendo todo un vínculo entre los derechos humanos, la democracia y como toda la violencia reprimida de la sociedad terminaba recayendo sobre los animales que son los más débiles. Yo discrepo bastante de eso porque no creo que sea un problema sociológico exclusivo de los chinos.  En un viaje a Tahilandia este año pudimos ver como en los famosos paseos en elefantes usaban también punzones y como estaba lleno de crueles shows de monos encadenados por el cuello. Que decir la información bien respaldada de las cacerías furtivas en Africa, las matanzas por el marfil etc. Y sin ir más lejos el zoológico de Santiago donde la gente insiste en tirarles basura a los monos, alimentar con golosinas a las especies y otras aberraciones que por suerte han ido mejorando. En Chile  y sobre todo en sectores populares los circos siguen usando “bestias” alimentadas con comida de perro y maltratadas. Por tanto es difícil hacer una correlación muy fina entre política y maltrato animal. Dudo que si este país estuviese gobernando por los antiguos emperadores el tema estuviese mucho mejor.

Más bien me inclino a pensar que como tantas otras cosas es un tema de desarrollo social. China es un país que ha crecido al ritmo más vertiginoso de la historia humana en estos últimos veinticinco  años y lo que otrora eran villas pobres en estas décadas se transformaron en modernas ciudades. Conozco chinos jóvenes de veintitantos que de chico debieron comer ratones cocinados por sus padres en tiempos de hambrunas. Algunos de estos mismos muchachos son hoy en día universitarios que se mueven al ritmo de la globalización, profesionales capaces de manejar varios idiomas.  El hormigón puede levantarse en pocos años  y transformar el paisaje urbano pero los procesos mentales y culturales de una sociedad no. Esto va a un ritmo mucho más lento.

En china se escupe en la calle, se fuma en espacios cerrados,  mucha gente tira basura en cualquier parte, se empuja en las filas y a los niños se les castiga golpenadolos en la casa, calle y en los colegios como algo normal. Claramente hay un concepto de urbanidad y costumbres que sobrepasa cualquier consideración de relativismo cultural. Hong Kong que también es totalmente chino que queda pegado a la china continental pero que llevo más de cuarenta años de desarrollo exhibe otra conducta propia justamente de ese desarrollo.  Volviendo al tema, he visitado zoológicos y el trato hacia los animales en Hong Kong y son tan cuidadosos y evolucionados como los mejores del mundo.

Por ello no creo que sea justo colgarle el cartel de la represión política a los chinos por su actitud hacia los animales. Esto avanza al ritmo que el resto de lo demás. De hecho ya en Guangzhou me tocó visitar un zoológico que está muy cuidado donde tienen un reservorio de Pandas. Todo muy bien protegido y ya a niveles mucho más evolucionados de lo que había visto antes. Por tanto todo confirma que es un proceso camino al desarrollo mental de una sociedad que aunque no lo parezca recién está empezando en su vinculación con cierta conciencia global.